Abogacía de Málaga

El Cole­gio de Abo­ga­dos de Málaga es una Cor­po­ra­ción de Dere­cho Público fun­dada en el año 1776 que tiene por objeto la orde­na­ción del ejer­ci­cio de la pro­fe­sión, su repre­sen­ta­ción ante la socie­dad y ante los pode­res públi­cos, velar por la ética y la dig­ni­dad pro­fe­sio­nal, la defensa de los dere­chos e intere­ses pro­fe­sio­na­les de los abo­ga­dos, el con­trol deon­to­ló­gico y la potes­tad dis­ci­pli­na­ria en garan­tía de la socie­dad, así como la for­ma­ción ini­cial y per­ma­nente de los cole­gia­dos.

Tam­bién ofrece ser­vi­cios a los ciu­da­da­nos: ges­tiona y orga­niza la asis­ten­cia jurí­dica gra­tuita, garan­tiza sus dere­chos resol­viendo las dis­cre­pan­cias que sur­jan por la actua­ción pro­fe­sio­nal de los cole­gia­dos y con la per­cep­ción de sus hono­ra­rios, rea­liza mediante un pro­grama de Res­pon­sa­bi­li­dad Social Cor­po­ra­tiva accio­nes soli­da­rias para pres­tar ayuda a los más des­fa­vo­re­ci­dos (mediante accio­nes de bene­fi­cien­cia como accio­nes de asis­ten­cia jurí­dica). En el ámbito cul­tu­ral, orga­niza y patro­cina con­fe­ren­cias, expo­si­cio­nes, com­pe­ti­cio­nes depor­ti­vas, etc.

Su sede prin­ci­pal está en Paseo de La Farola nº 13, 29016 Málaga, cuenta con ofi­ci­nas en la Ciu­dad de la Jus­ti­cia y tiene dele­ga­cio­nes en Coín, Este­pona, Fuen­gi­rola, Mar­be­lla, Ronda, Torre­mo­li­nos, Torrox y Vélez-Málaga.

Per­te­ne­cer al Cole­gio de Abo­ga­dos de Málaga faculta para actuar en toda España

Nues­tra acti­vi­dad pro­fe­sio­nal se encuen­tra some­tida a las nor­mas esta­tu­ta­rias y deon­to­ló­gi­cas tanto de la Abo­ga­cía Espa­ñola como del pro­pio Cole­gio de Abo­ga­dos de Málaga, así como de la Unión Euro­pea.

Ello cons­ti­tuye una ver­dera garan­tía para nues­tros clien­tes, brin­dando total trans­pa­ren­cia y con­trol externo a nues­tra acti­vi­dad.

Ade­más, con­ta­mos con un seguro por res­pon­sa­bi­li­dad civil con cober­tura hasta 1.000.000,00 euros por sinies­tro.

Que­re­mos que conoz­cas nues­tras obli­ga­cio­nes y com­pro­mi­sos lega­les, por lo que a con­ti­nua­ción pue­des con­sul­tar las nor­mas más impor­tan­tes que te asis­ten:

Estatuto General de la Abogacía Española

(Apro­bado por Real Decreto 135/2021, de 2 de marzo)

Artículo 1. La Abo­ga­cía y sus prin­ci­pios rec­to­res

1. La Abo­ga­cía es una pro­fe­sión libre e inde­pen­diente, que ase­gura la efec­ti­vi­dad del dere­cho fun­da­men­tal de defensa y asis­ten­cia letrada y se cons­ti­tuye en garan­tía de los dere­chos y liber­ta­des de las per­so­nas. Los pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía deben velar siem­pre por los intere­ses de aque­llos cuyos dere­chos y liber­ta­des defien­den con res­peto a los prin­ci­pios del Estado social y demo­crá­tico de Dere­cho cons­ti­tu­cio­nal­mente esta­ble­cido.

2. La pro­fe­sión de la Abo­ga­cía se ejerce en régi­men de libre y leal com­pe­ten­cia. Su con­te­nido con­siste en la acti­vi­dad de ase­so­ra­miento, con­sejo y defensa de dere­chos e intere­ses públi­cos y pri­va­dos, mediante la apli­ca­ción de la cien­cia y la téc­nica jurí­di­cas, en orden a la con­cor­dia, a la efec­ti­vi­dad de los dere­chos y liber­ta­des fun­da­men­ta­les.

3. Son prin­ci­pios rec­to­res y valo­res supe­rio­res del ejer­ci­cio de la Abo­ga­cía los de inde­pen­den­cia, liber­tad, dig­ni­dad e inte­gri­dad, así como el res­peto del secreto pro­fe­sio­nal.

4. Los pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía deben ser per­so­nas de reco­no­cida hono­ra­bi­li­dad y, en con­se­cuen­cia, han de obser­var una tra­yec­to­ria de res­peto a las leyes, a los prin­ci­pios rec­to­res y valo­res supe­rio­res de la Abo­ga­cía, a las nor­mas deon­to­ló­gi­cas y a las bue­nas prác­ti­cas pro­fe­sio­na­les.

5. En el Estado social y demo­crá­tico de Dere­cho, los pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía desem­pe­ñan una fun­ción esen­cial y sir­ven los intere­ses de la Jus­ti­cia, mediante el ase­so­ra­miento jurí­dico y la defensa de los dere­chos y liber­ta­des públi­cas.

6. La Abo­ga­cía espa­ñola pro­clama su espe­cial com­pro­miso con el reco­no­ci­miento y la defensa de los dere­chos huma­nos.

Artículo 4. Los pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía

1. Son pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía quie­nes, estando en pose­sión del título ofi­cial que habi­lita para el ejer­ci­cio de esta pro­fe­sión, se encuen­tran incor­po­ra­dos a un Cole­gio de la Abo­ga­cía en cali­dad de ejer­cien­tes y se dedi­can de forma pro­fe­sio­nal al ase­so­ra­miento jurí­dico, a la solu­ción de dispu­tas y a la defensa de dere­chos e intere­ses aje­nos, tanto públi­cos como pri­va­dos, en la vía extra­ju­di­cial, judi­cial o arbi­tral.

2. Corres­ponde en exclu­siva la deno­mi­na­ción de abo­gada y abo­gado a quie­nes se encuen­tren incor­po­ra­dos a un Cole­gio de la Abo­ga­cía como ejer­cien­tes.

Artículo 6. Dere­cho de defensa y de asis­ten­cia por los pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía

1. La inter­ven­ción libre e inde­pen­diente del pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía es garan­tía de efec­ti­vi­dad del dere­cho fun­da­men­tal de defensa.

Artículo 14. Ámbito terri­to­rial de actua­ción de los pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía

1. El pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía incor­po­rado a cual­quier Cole­gio de la Abo­ga­cía de España podrá pres­tar sus ser­vi­cios pro­fe­sio­na­les libre­mente en todo el terri­to­rio del Estado, con igual­dad de facul­ta­des y debe­res, así como en el resto de los Esta­dos miem­bros de la Unión Euro­pea y en los demás paí­ses con arre­glo a las nor­mas, tra­ta­dos o con­ve­nios inter­na­cio­na­les apli­ca­bles. Asi­mismo, los pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía de otros paí­ses podrán hacerlo en España con­forme a la nor­ma­tiva vigente.

Artículo 16. Ser­vi­cios jurí­di­cos en línea o a tra­vés de inter­net

1. La pres­ta­ción por parte de un pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía de ase­so­ra­miento jurí­dico en línea o a tra­vés de inter­net cons­ti­tuye una forma de ejer­ci­cio de la pro­fe­sión some­tida al pre­sente Esta­tuto Gene­ral y al resto del orde­na­miento jurí­dico.

2. La iden­ti­fi­ca­ción del pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía que presta el ser­vi­cio, así como el Cole­gio al que per­te­nece, deberá ser comu­ni­cada al cliente o usua­rio antes de la pres­ta­ción de ser­vi­cios y, en todo caso, antes de soli­ci­tar el abono de con­tra­pres­ta­ción alguna.

3. Cuando un pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía sea reque­rido para pres­tar sus ser­vi­cios pro­fe­sio­na­les por este medio, deberá adop­tar las medi­das nece­sa­rias para garan­ti­zar el secreto pro­fe­sio­nal y obte­ner del cliente acre­di­ta­ción sufi­ciente de su iden­ti­dad y la res­tante infor­ma­ción que le per­mita evi­tar con­flic­tos de intere­ses y pres­tar el ase­so­ra­miento ade­cuado al soli­ci­tante de sus ser­vi­cios.

4. Las comu­ni­ca­cio­nes con­fi­den­cia­les debe­rán enviarse encrip­ta­das y con firma elec­tró­nica segura, siem­pre que las cir­cuns­tan­cias del cliente lo per­mi­tan.

5. Los ser­vi­cios se con­si­de­ra­rán pres­ta­dos en el lugar donde se encuen­tre la sede del Juz­gado, en el caso de que se haya rea­li­zado una actua­ción judi­cial, y en el caso de que se esté ante un ase­so­ra­miento, en el lugar donde se encuen­tra cole­giado el pro­fe­sio­nal de la abo­ga­cía.

Artículo 20. Publi­ci­dad

1. La publi­ci­dad que reali­cen los pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía res­pe­tará en todo caso la inde­pen­den­cia, liber­tad, dig­ni­dad e inte­gri­dad como prin­ci­pios esen­cia­les y valo­res supe­rio­res de la pro­fe­sión, así como el secreto pro­fe­sio­nal.

3. Las men­cio­nes que a la espe­cia­li­za­ción en deter­mi­na­das mate­rias inclu­yan los pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía en su publi­ci­dad debe­rán res­pon­der a la pose­sión de títu­los aca­dé­mi­cos o pro­fe­sio­na­les espe­cí­fi­cos sobre las mate­rias de que se trate, a la supera­ción de cur­sos for­ma­ti­vos de espe­cia­li­za­ción pro­fe­sio­nal ofi­cial­mente homo­lo­ga­dos o a una prác­tica pro­fe­sio­nal que las ava­len.

Artículo 21. Secreto pro­fe­sio­nal

1. La con­fianza y con­fi­den­cia­li­dad en las rela­cio­nes con el cliente impo­nen al pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía, de con­for­mi­dad con lo esta­ble­cido por la Ley Orgá­nica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judi­cial, el deber y el dere­cho de guar­dar secreto de todos los hechos o noti­cias que conozca por razón de cual­quiera de las moda­li­da­des de su actua­ción pro­fe­sio­nal, no pudiendo ser obli­gado a decla­rar sobre ellos.

2. Lo pre­visto en el pre­sente capí­tulo se enten­derá sin per­jui­cio de lo pre­visto en cada caso por la Ley Orgá­nica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judi­cial, por las leyes pro­ce­sa­les y demás legis­la­ción apli­ca­ble.

Artículo 22. Ámbito del secreto pro­fe­sio­nal

1. El deber y dere­cho de secreto pro­fe­sio­nal del pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía com­prende todos los hechos, comu­ni­ca­cio­nes, datos, infor­ma­cio­nes, docu­men­tos y pro­pues­tas que, como pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía, haya cono­cido, emi­tido o reci­bido en su ejer­ci­cio pro­fe­sio­nal.

2. El secreto pro­fe­sio­nal no ampara las actua­cio­nes del pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía dis­tin­tas de las que son pro­pias de su ejer­ci­cio pro­fe­sio­nal y, en espe­cial, las comu­ni­ca­cio­nes, escri­tos y docu­men­tos en que inter­venga con man­dato repre­sen­ta­tivo de su cliente y así lo haga cons­tar expre­sa­mente.

3. Las con­ver­sa­cio­nes man­te­ni­das por los pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía con sus clien­tes, los con­tra­rios o sus pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía, de pre­sen­cia o por cual­quier medio tele­fó­nico o tele­má­tico, solo podrán ser gra­ba­das con la pre­via adver­ten­cia y con­for­mi­dad de todos los inter­vi­nien­tes, que­dando en todo caso ampa­ra­das por el secreto pro­fe­sio­nal. Están igual­mente ampa­ra­das por el secreto pro­fe­sio­nal, las gra­ba­cio­nes rea­li­za­das por el cliente, no cono­ci­das por su pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía, incluso si éste no lo era o no inter­vino en dicho momento, de con­ver­sa­cio­nes en que inter­venga el pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía de la otra parte.

4. El pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía deberá hacer res­pe­tar el secreto pro­fe­sio­nal a sus cola­bo­ra­do­res y aso­cia­dos, así como al per­so­nal corres­pon­diente y demás per­so­nas que coope­ren con él en su acti­vi­dad pro­fe­sio­nal.

5. El deber de secreto pro­fe­sio­nal per­ma­nece incluso des­pués de haber cesado en la pres­ta­ción de los ser­vi­cios al cliente, sin que se encuen­tre limi­tado en el tiempo.

6. El Abo­gado que­dará rele­vado de este deber sobre aque­llo que solo afecte o se refiera a su cliente, siem­pre que éste le haya auto­ri­zado expre­sa­mente.

Artículo 25. Dere­cho al cobro de hono­ra­rios

El pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía tiene dere­cho a una con­tra­pres­ta­ción por sus ser­vi­cios, así como al rein­te­gro de los gas­tos oca­sio­na­dos.

Artículo 26. Libre fija­ción de hono­ra­rios

La cuan­tía de los hono­ra­rios será libre­mente con­ve­nida entre el cliente y el pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía con res­peto a las nor­mas deon­to­ló­gi­cas y sobre defensa de la com­pe­ten­cia y com­pe­ten­cia des­leal.

Artículo 27. Encargo pro­fe­sio­nal

1. Antes de ini­ciar su actua­ción pro­fe­sio­nal, el pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía pro­por­cio­nará a su cliente la infor­ma­ción a que se refiere el artículo 48 del pre­sente Esta­tuto Gene­ral, pre­fe­ren­te­mente mediante la uti­li­za­ción de hojas de encargo.

Artículo 28. Obli­ga­ción de emi­tir fac­tura

El pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía o la socie­dad pro­fe­sio­nal debe­rán entre­gar fac­tura al cliente. Esta fac­tura ten­drá que cum­plir todos los requi­si­tos lega­les y deberá expre­sar deta­lla­da­mente los dife­ren­tes con­cep­tos de los hono­ra­rios y la rela­ción de gas­tos. En la medida de lo posi­ble, se fomen­tará la uti­li­za­ción de la fac­tura elec­tró­nica.

Artículo 29. Cri­te­rios orien­ta­ti­vos a efec­tos de tasa­ción de cos­tas y jura de cuen­tas

Los Cole­gios de la Abo­ga­cía podrán ela­bo­rar cri­te­rios orien­ta­ti­vos de hono­ra­rios a los exclu­si­vos efec­tos de la tasa­ción de cos­tas y de la jura de cuen­tas de los pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía así como infor­mar y dic­ta­mi­nar sobre hono­ra­rios pro­fe­sio­na­les, pudiendo incluso emi­tir infor­mes peri­cia­les, en los tér­mi­nos del artículo 5.o) de la Ley 2/1974, de 13 de febrero, sobre Cole­gios Pro­fe­sio­na­les. Los cita­dos cri­te­rios serán igual­mente váli­dos para el cálculo de hono­ra­rios que corres­pon­dan a los efec­tos de tasa­ción de cos­tas en asis­ten­cia jurí­dica gra­tuita.

Artículo 47. Inde­pen­den­cia y liber­tad del pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía

1. La inde­pen­den­cia y liber­tad son prin­ci­pios rec­to­res de la pro­fe­sión que deben orien­tar en todo momento la actua­ción del pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía, cual­quiera que sea la forma en que ejerza la pro­fe­sión. El pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía deberá recha­zar la rea­li­za­ción de actua­cio­nes que pue­dan com­pro­me­ter su inde­pen­den­cia y liber­tad.

2. La rela­ción del pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía con el cliente debe fun­darse en la recí­proca con­fianza.

3. En todo caso, deberá cum­plir con la máxima dili­gen­cia la misión de ase­so­ra­miento o defensa que le haya sido enco­men­dada, pro­cu­rando de modo prio­ri­ta­rio la satis­fac­ción de los intere­ses de su cliente.

4. El pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía rea­li­zará, con plena liber­tad e inde­pen­den­cia y bajo su res­pon­sa­bi­li­dad, las acti­vi­da­des pro­fe­sio­na­les que le imponga la defensa del asunto que le haya sido enco­men­dado, ate­nién­dose a las exi­gen­cias téc­ni­cas y deon­to­ló­gi­cas ade­cua­das a la tutela jurí­dica del asunto.

Artículo 48. Debe­res de infor­ma­ción e iden­ti­fi­ca­ción

1. El pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía debe faci­li­tar al cliente su nom­bre, número de iden­ti­fi­ca­ción fis­cal, Cole­gio al que per­te­nece y número de cole­giado, domi­ci­lio pro­fe­sio­nal y medio para ponerse en comu­ni­ca­ción con él o con su des­pa­cho, inclu­yendo la vía elec­tró­nica.

3. El pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía tiene la obli­ga­ción de infor­mar a su cliente sobre la via­bi­li­dad del asunto que se le con­fía, pro­cu­rará disua­dirle de pro­mo­ver con­flic­tos o ejer­ci­tar accio­nes judi­cia­les sin fun­da­mento y le acon­se­jará, en su caso, sobre las vías alter­na­ti­vas para la mejor satis­fac­ción de sus intere­ses.

4. Asi­mismo, le infor­mará sobre los hono­ra­rios y cos­tes de su actua­ción, mediante la pre­sen­ta­ción de la hoja de encargo o medio equi­va­lente. Tam­bién le hará saber las con­se­cuen­cias que puede tener una con­dena en cos­tas y su cuan­tía apro­xi­mada.

5. El pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía deberá infor­mar a su cliente acerca del estado del asunto en que esté inter­vi­niendo y sobre las inci­den­cias y reso­lu­cio­nes rele­van­tes que se pro­duz­can. En los pro­ce­di­mien­tos admi­nis­tra­ti­vos y judi­cia­les, si el cliente lo requiere, le pro­por­cio­nará copia de los dife­ren­tes escri­tos que se pre­sen­ten o reci­ban, de las reso­lu­cio­nes judi­cia­les o admi­nis­tra­ti­vas que le sean noti­fi­ca­das y de las gra­ba­cio­nes de actua­cio­nes que se hayan pro­du­cido.

6. El pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía solo podrá emi­tir infor­mes que con­ten­gan valo­ra­cio­nes pro­fe­sio­na­les sobre el resul­tado pro­ba­ble de un asunto, liti­gio o una esti­ma­ción de sus posi­bles con­se­cuen­cias eco­nó­mi­cas, si la peti­ción pro­cede del cliente afec­tado quien, en todo caso, deberá ser el exclu­sivo des­ti­na­ta­rio, salvo que el cliente de manera expresa le auto­rice a darlo a cono­cer a un ter­cero.

7. Asi­mismo, el pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía tiene dere­cho a reca­bar del cliente, man­te­niendo la con­fi­den­cia­li­dad nece­sa­ria, cuanta infor­ma­ción y docu­men­ta­ción resulte rele­vante para el correcto ejer­ci­cio de su fun­ción. En nin­gún caso el pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía podrá rete­ner docu­men­ta­ción del cliente, sin per­jui­cio de que pueda con­ser­var copia.

Artículo 49. Infor­ma­ción com­ple­men­ta­ria

1. Si el cliente lo soli­cita, el pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía pon­drá a su dis­po­si­ción la siguiente infor­ma­ción com­ple­men­ta­ria:

  1. Refe­ren­cia a las nor­mas de acceso a la pro­fe­sión de pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía en España, así como los medios nece­sa­rios para acce­der a su con­te­nido.
  2. Refe­ren­cia de sus acti­vi­da­des mul­ti­dis­ci­pli­na­res.
  3. Posi­bles con­flic­tos de intere­ses y medi­das adop­ta­das para evi­tar­los.
  4. Códi­gos deon­to­ló­gi­cos o de con­ducta a los que se encuen­tre some­tido, así como la direc­ción en que dichos Códi­gos pue­den ser con­sul­ta­dos.

2. La citada infor­ma­ción se pon­drá a dis­po­si­ción del cliente en alguna de las for­mas siguien­tes:

  1. En el lugar de pres­ta­ción del ser­vi­cio o de cele­bra­ción del con­trato.
  2. Por vía elec­tró­nica.
  3. En cual­quier tipo de docu­mento infor­ma­tivo que se faci­lite al cliente pre­sen­tán­dole los ser­vi­cios de forma deta­llada.

3. La infor­ma­ción reco­gida en las letras b) y c) del apar­tado pri­mero de este artículo deberá figu­rar siem­pre en todo docu­mento infor­ma­tivo en que el pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía pre­sente deta­lla­da­mente sus ser­vi­cios.

Artículo 50. Acep­ta­ción y renun­cia de encar­gos pro­fe­sio­na­les

1. El pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía ten­drá plena liber­tad para acep­tar o recha­zar la direc­ción de cual­quier asunto que le sea enco­men­dado.

2. El pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía podrá cesar en su inter­ven­ción pro­fe­sio­nal cuando sur­jan dis­cre­pan­cias con su cliente y deberá hacerlo cuando con­cu­rran cir­cuns­tan­cias que afec­ten a su inde­pen­den­cia y liber­tad en la defensa o al deber de secreto pro­fe­sio­nal.

3. El pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía podrá renun­ciar a la defensa pro­ce­sal que le haya sido con­fiada en cual­quier fase del pro­ce­di­miento, siem­pre que no se cause inde­fen­sión al cliente, estando obli­gado a des­pa­char los trá­mi­tes pro­ce­sa­les urgen­tes.

El pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía comu­ni­cará su renun­cia por escrito diri­gido al cliente y, en su caso, al órgano judi­cial o admi­nis­tra­tivo ante el que hubiere com­pa­re­cido y deberá pro­por­cio­nar al com­pa­ñero que se haga cargo del asunto y que se lo requiera todos los datos e infor­ma­cio­nes que sean nece­sa­rios para la ade­cuada defensa del cliente.

4. La asis­ten­cia jurí­dica gra­tuita y el turno de ofi­cio se regi­rán por su pro­pia nor­ma­tiva espe­cí­fica.

Artículo 51. Con­flicto de intere­ses

1. El pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía está obli­gado a no defen­der intere­ses en con­flicto con aque­llos cuyo ase­so­ra­miento o defensa le haya sido enco­men­dada o con los suyos pro­pios y, en espe­cial, a no defrau­dar la con­fianza de su cliente.

2. El pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía no podrá inter­ve­nir por cuenta de dos o más clien­tes en un mismo asunto si existe con­flicto o riesgo sig­ni­fi­ca­tivo de con­flicto entre los intere­ses de esos clien­tes, salvo auto­ri­za­ción expresa y por escrito de todos ellos, pre­via y debi­da­mente infor­ma­dos al efecto y siem­pre que se trate de un asunto o encargo de natu­ra­leza no liti­giosa. Asi­mismo, el pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía podrá inter­ve­nir en inte­rés de todas las par­tes en fun­cio­nes de media­dor y en la pre­pa­ra­ción y redac­ción de docu­men­tos de natu­ra­leza con­trac­tual, debiendo man­te­ner en estos casos una estricta neu­tra­li­dad.

3. Cuando surja un con­flicto de intere­ses entre dos clien­tes el pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía deberá dejar de actuar para ambos, salvo auto­ri­za­ción expresa por escrito de los dos para inter­ve­nir en defensa de uno de ellos.

4. El pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía deberá abs­te­nerse de actuar para un nuevo cliente cuando exista riesgo de vul­ne­ra­ción del secreto pro­fe­sio­nal res­pecto a infor­ma­cio­nes sumi­nis­tra­das por un anti­guo cliente o si el cono­ci­miento que el pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía posee por razón de otros asun­tos del anti­guo cliente pudiera favo­re­cer inde­bi­da­mente al nuevo cliente en per­jui­cio del anti­guo.

5. Cuando varios pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía ejer­zan de forma colec­tiva o for­men parte o cola­bo­ren en un mismo des­pa­cho, cual­quiera que sea la forma aso­cia­tiva uti­li­zada, las reglas esta­ble­ci­das en este artículo serán apli­ca­bles al grupo en su con­junto y a todos y cada uno de sus miem­bros.

Artículo 52. Obli­ga­cio­nes en mate­ria de recla­ma­cio­nes

1. Los Pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía pon­drán a dis­po­si­ción de sus clien­tes un número de telé­fono, un número de fax, una direc­ción de correo elec­tró­nico o una direc­ción pos­tal para que estos pue­dan diri­gir sus recla­ma­cio­nes o peti­cio­nes de infor­ma­ción sobre el ser­vi­cio pres­tado.

2. Los pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía debe­rán dar res­puesta a las recla­ma­cio­nes que se pre­sen­ten en el plazo más breve posi­ble y, en todo caso, antes de un mes con­tado desde que se hayan reci­bido.

Artículo 55. Deber gene­ral de coope­ra­ción [con la admi­nis­tra­ción de Jus­ti­cia]

1. En su con­di­ción de garante de la efec­ti­vi­dad del dere­cho cons­ti­tu­cio­nal de defensa y de cola­bo­ra­dor con la Admi­nis­tra­ción de Jus­ti­cia, el pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía está obli­gado a par­ti­ci­par y coope­rar con ella ase­so­rando, con­ci­liando y defen­diendo en Dere­cho los intere­ses que le sean con­fia­dos.

2. En su inter­ven­ción ante los órga­nos juris­dic­cio­na­les, el pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía deberá ate­nerse en su con­ducta a la buena fe, pru­den­cia y leal­tad. La forma de su inter­ven­ción deberá guar­dar el debido res­peto a dichos órga­nos y a los pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía defen­so­res de las demás par­tes.

Artículo 61. Deon­to­lo­gía pro­fe­sio­nal

1. Los pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía están obli­ga­dos a res­pe­tar las nor­mas deon­to­ló­gi­cas de la pro­fe­sión con­te­ni­das en este Esta­tuto Gene­ral, en el Código Deon­to­ló­gico de la Abo­ga­cía Espa­ñola, en el Código Deon­to­ló­gico del Con­sejo de la Abo­ga­cía Euro­pea y en cua­les­quiera otros que le resul­ten apli­ca­bles.

2. Cuando el pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía actúe fuera del ámbito terri­to­rial de su Cole­gio deberá res­pe­tar ade­más las nor­mas deon­to­ló­gi­cas vigen­tes en el lugar en que desa­rro­lle su actua­ción pro­fe­sio­nal, con­forme al artículo 3.3 de la Ley 2/1974, de 13 de febrero, sobre Cole­gios Pro­fe­sio­na­les.

Artículo 64. For­ma­ción con­ti­nuada

1. Los pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía tie­nen el dere­cho y el deber de seguir una for­ma­ción con­ti­nuada que les capa­cite per­ma­nen­te­mente para el correcto ejer­ci­cio de su acti­vi­dad pro­fe­sio­nal.

Texto com­pleto

Estatutos del Colegio de Abogados de Málaga

(Apro­ba­dos en Junta Gene­ral Extra­or­di­na­ria de fecha 1 de diciem­bre de 2003)

Artículo 13 Ser­vi­cio de aten­ción a los cole­gia­dos y a los con­su­mi­do­res o usua­rios
1. El Cole­gio deberá aten­der las que­jas o recla­ma­cio­nes pre­sen­ta­das por los cole­gia­dos.
2. Asi­mismo, dis­pon­drá de un ser­vi­cio de aten­ción a los con­su­mi­do­res o usua­rios, que nece­sa­ria­mente tra­mi­tará y resol­verá cuan­tas que­jas y recla­ma­cio­nes refe­ri­das a la acti­vi­dad cole­gial o pro­fe­sio­nal de los cole­gia­dos se pre­sen­ten por cual­quier con­su­mi­dor o usua­rio que con­trate los ser­vi­cios pro­fe­sio­na­les, así como por aso­cia­cio­nes y orga­ni­za­cio­nes de con­su­mi­do­res y usua­rios en su repre­sen­ta­ción o en defensa de sus intere­ses.

Artículo 14 De los debe­res de los Abo­ga­dos en el ámbito de este Cole­gio
Ade­más de los debe­res que impone el Esta­tuto Gene­ral de la Abo­ga­cía, la Deon­to­lo­gía y las nor­mas que regu­lan la pro­fe­sión, los Abo­ga­dos incor­po­ra­dos y los que actúen den­tro del ámbito del Ilus­tre Cole­gio de Abo­ga­dos de Málaga, tie­nen los siguien­tes:
a) Ren­dir cuen­tas a sus clien­tes de los fon­dos reci­bi­dos de ellos o para ellos por cual­quier con­cepto. Este deber es exi­gi­ble cuando el asunto enco­men­dado esté ter­mi­nado, cuando haya cesado la rela­ción Abo­gado-cliente, cuando se haya pac­tado expre­sa­mente o cuando se soli­cite de forma expresa por el que hizo el encargo. […]

Artículo 18 De la venia
Los Abo­ga­dos que hayan de encar­garse de la direc­ción pro­fe­sio­nal de un asunto enco­men­dado a otro com­pa­ñero debe­rán soli­ci­tar su venia, salvo que exista renun­cia escrita e incon­di­cio­nada a pro­se­guir su inter­ven­ción por parte del ante­rior Letrado y, en todo caso, reca­bar la infor­ma­ción nece­sa­ria para con­ti­nuar el asunto. La venia, excepto caso de urgen­cia a jus­ti­fi­car, deberá ser soli­ci­tada con carác­ter pre­vio y por escrito, sin que el Letrado reque­rido pueda dene­garla y con la obli­ga­ción por su parte de devol­ver la docu­men­ta­ción en su poder y faci­li­tar al nuevo Letrado la infor­ma­ción nece­sa­ria para con­ti­nuar la defensa. Estas obli­ga­cio­nes son exi­gi­bles en el ámbito del Ilus­tre Cole­gio de Abo­ga­dos de Málaga y de nece­sa­rio cum­pli­miento tanto en asun­tos judi­cia­les como extra­ju­di­cia­les, defensa, ase­so­ra­miento y ges­tión y mien­tras conste que haya un asunto encar­gado antes a otro com­pa­ñero, incluso cuando se haya comu­ni­cado al ante­rior Letrado por el cliente su cese.

Artículo 19 Hono­ra­rios pro­fe­sio­na­les
1. La cuan­tía de los hono­ra­rios será libre­mente con­ve­nida entre el cliente y el Abo­gado. Es reco­men­da­ble el acuerdo pre­vio mediante la uti­li­za­ción de la hoja de encargo y la esti­ma­ción de su importe total.
2. El Ilus­tre Cole­gio de Abo­ga­dos de Málaga dis­pon­drá de unos cri­te­rios orien­ta­do­res de hono­ra­rios a los solos efec­tos de tasa­ción de cos­tas y de la jura de cuen­tas de los Abo­ga­dos.

Artículo 66 De la res­pon­sa­bi­li­dad dis­ci­pli­na­ria
La Junta de Gobierno es com­pe­tente para el ejer­ci­cio de la potes­tad dis­ci­pli­na­ria en los tér­mi­nos que pre­vén las nor­mas lega­les y esta­tu­ta­rias sobre la mate­ria. Las infrac­cio­nes que pue­dan lle­var apa­re­jada san­ción dis­ci­pli­na­ria se cla­si­fi­can en muy gra­ves, gra­ves y leves.
1. Son infrac­cio­nes muy gra­ves de los Abo­ga­dos: a) La con­dena en sen­ten­cia firme por deli­tos dolo­sos, en cual­quier grado de par­ti­ci­pa­ción, como con­se­cuen­cia del ejer­ci­cio de la pro­fe­sión. b) La con­dena en sen­ten­cia firme a penas gra­ves con­forme al artículo 33.2 del Código Penal. c) El ejer­ci­cio de la pro­fe­sión en vul­ne­ra­ción de reso­lu­cio­nes admi­nis­tra­ti­vas o judi­cia­les fir­mes de inha­bi­li­ta­ción o prohi­bi­ción del ejer­ci­cio pro­fe­sio­nal. d) El ejer­ci­cio de la pro­fe­sión estando incurso en causa de incom­pa­ti­bi­li­dad. e) La vul­ne­ra­ción del deber de secreto pro­fe­sio­nal cuando la con­creta infrac­ción no esté tipi­fi­cada de forma espe­cí­fica en otro artículo. f) La renun­cia o el aban­dono de la defensa que le haya sido con­fiada cuando se cause inde­fen­sión al cliente. g) La nega­tiva injus­ti­fi­cada a rea­li­zar las inter­ven­cio­nes pro­fe­sio­na­les que se esta­blez­can por ley o en supues­tos extra­or­di­na­rios y de urgente nece­si­dad por los pro­pios Cole­gios de Abo­ga­dos. h) La defensa de intere­ses con­tra­pues­tos con los del pro­pio Abo­gado o con los del des­pa­cho del que for­mara parte o con el que cola­bo­rase. i) La inde­bida per­cep­ción de hono­ra­rios, dere­chos o bene­fi­cios eco­nó­mi­cos por los ser­vi­cios deri­va­dos de la ley de asis­ten­cia jurí­dica gra­tuita. j) La reten­ción o apro­pia­ción de can­ti­da­des corres­pon­dien­tes al cliente y reci­bi­das por el Letrado por cual­quier con­cepto. k) La apro­pia­ción o reten­ción de docu­men­tos o archi­vos rela­ti­vos a clien­tes del des­pa­cho donde haya estado inte­grado pre­via­mente por cual­quier título, salvo auto­ri­za­ción expresa del cliente. l) El que­bran­ta­miento de san­cio­nes impues­tas.
2. Son infrac­cio­nes gra­ves de los Abo­ga­dos: a) La vul­ne­ra­ción de los debe­res deon­to­ló­gi­cos en los casos siguien­tes: (i) La infrac­ción de los debe­res de con­fi­den­cia­li­dad y de las prohi­bi­cio­nes de apor­ta­ción que pro­te­gen las comu­ni­ca­cio­nes entre pro­fe­sio­na­les en los tér­mi­nos esta­ble­ci­dos en el Esta­tuto Gene­ral de la Abo­ga­cía Espa­ñola. (ii) El incum­pli­miento de los com­pro­mi­sos for­ma­li­za­dos entre com­pa­ñe­ros, ver­bal­mente o por escrito, en el ejer­ci­cio de sus fun­cio­nes pro­fe­sio­na­les. (iii) La falta de res­peto debido o la rea­li­za­ción de alu­sio­nes per­so­na­les de menos­pre­cio o des­cré­dito, en el ejer­ci­cio de la pro­fe­sión, a otro Abo­gado o a su cliente. (iv) La induc­ción injus­ti­fi­cada al cliente a no abo­nar los hono­ra­rios deven­ga­dos por un com­pa­ñero en caso de sus­ti­tu­ción o cam­bio de Abo­gado. (v) La reten­ción de docu­men­ta­ción de un cliente con­tra sus expre­sas ins­truc­cio­nes. (vi) La falta de remi­sión al Abo­gado que le sus­ti­tuya en la lle­vanza de un asunto de la docu­men­ta­ción corres­pon­diente. b) La publi­ci­dad de ser­vi­cios pro­fe­sio­na­les con incum­pli­miento de los requi­si­tos lega­les y regla­men­ta­rios. c) El incum­pli­miento de los debe­res de iden­ti­fi­ca­ción e infor­ma­ción lega­les y regla­men­ta­rios. d) La cola­bo­ra­ción o el encu­bri­miento del intru­sismo pro­fe­sio­nal. e) El incum­pli­miento de las obli­ga­cio­nes en mate­ria de recla­ma­cio­nes de con­su­mi­do­res. f) La falta del res­peto debido a quie­nes inter­ven­gan en la Admi­nis­tra­ción de Jus­ti­cia. g) La falta del res­peto debido o la incom­pa­re­cen­cia injus­ti­fi­cada a las cita­cio­nes efec­tua­das, bajo aper­ci­bi­miento, por los miem­bros de los órga­nos cor­po­ra­ti­vos o de gobierno de la Abo­ga­cía en el ejer­ci­cio de sus fun­cio­nes. h) La con­dena penal firme por la comi­sión de fal­tas dolo­sas como con­se­cuen­cia del ejer­ci­cio de la pro­fe­sión. i) La defensa de intere­ses en con­flicto con los de otros clien­tes del Abo­gado o des­pa­cho del que for­mara parte o con el que cola­bo­rase. j) El incum­pli­miento injus­ti­fi­cado del encargo con­te­nido en la desig­na­ción rea­li­zada por el Cole­gio en mate­ria de asis­ten­cia jurí­dica gra­tuita. k) La infrac­ción de los debe­res de inde­pen­den­cia o dili­gen­cia, salvo que cons­ti­tuya infrac­ción muy grave. l) El incum­pli­miento de la obli­ga­ción de comu­ni­car la sus­ti­tu­ción en la direc­ción pro­fe­sio­nal de un asunto al com­pa­ñero sus­ti­tuido. m) La rela­ción o comu­ni­ca­ción con la parte con­tra­ria cuando le conste que está repre­sen­tada o asis­tida por otro Abo­gado, salvo su auto­ri­za­ción expresa. n) El abuso de la cir­cuns­tan­cia de ser el único Abo­gado inter­vi­niente cau­sando una lesión injusta. ñ) La incom­pa­re­cen­cia injus­ti­fi­cada a cual­quier dili­gen­cia judi­cial, siem­pre que cause un per­jui­cio a los intere­ses cuya defensa le hubiera sido con­fiada. o) El pago, cobro, exi­gen­cia o acep­ta­ción de comi­sio­nes u otro tipo de com­pen­sa­ción de otro Abo­gado o de cual­quier otra per­sona, infrin­giendo las nor­mas lega­les sobre com­pe­ten­cia o las regu­la­do­ras de la deon­to­lo­gía pro­fe­sio­nal. p) La nega­tiva o el retraso injus­ti­fi­cado a ren­dir cuen­tas del encargo pro­fe­sio­nal o a hacer la corres­pon­diente liqui­da­ción de hono­ra­rios y gas­tos que le sea exi­gida por el cliente. q) La com­pen­sa­ción de hono­ra­rios con fon­dos del cliente que no hayan sido reci­bi­dos como pro­vi­sión, sin su con­sen­ti­miento. r) La falsa atri­bu­ción de un encargo pro­fe­sio­nal. s) La embria­guez o con­sumo de dro­gas cuando afec­ten al ejer­ci­cio de la pro­fe­sión. t) La falta de con­tra­ta­ción de un seguro en vigor que cubra la res­pon­sa­bi­li­dad en la que pue­dan incu­rrir en el ejer­ci­cio de sus acti­vi­da­des. u) La renun­cia injus­ti­fi­cada al cargo de admi­nis­tra­dor con­cur­sal, una vez nom­brado por el órgano judi­cial com­pe­tente y acep­tado el cargo por el Letrado. v) Los demás actos u omi­sio­nes que cons­ti­tu­yan ofensa grave a la dig­ni­dad de la pro­fe­sión y las reglas que la gobier­nan.
3. Son infrac­cio­nes leves de los Abo­ga­dos: a) Ofen­der leve­mente en cual­quier comu­ni­ca­ción pri­vada oral o escrita al Abo­gado de la parte con­tra­ria, siem­pre que no haya tras­cen­dido la ofensa. b) Com­pro­me­ter en sus comu­ni­ca­cio­nes y mani­fes­ta­cio­nes con el Abo­gado de la parte con­tra­ría al pro­pio cliente con comen­ta­rios o mani­fes­ta­cio­nes que pue­dan cau­sarle des­pres­ti­gio. c) Impug­nar reite­rada e injus­ti­fi­ca­da­mente los hono­ra­rios de otros Abo­ga­dos. d) No aten­der con la debida dili­gen­cia las visi­tas, comu­ni­ca­cio­nes escri­tas o tele­fó­ni­cas de otros Abo­ga­dos. e) No comu­ni­car opor­tu­na­mente al Cole­gio el cam­bio de domi­ci­lio pro­fe­sio­nal o cual­quier otra cir­cuns­tan­cia per­so­nal que afecte a su rela­ción con aquél. f) No con­sig­nar en el pri­mer escrito o actua­ción su iden­ti­fi­ca­ción, el Cole­gio al que estu­viese incor­po­rado y el número de cole­giado. g) No aten­der con la dili­gen­cia debida los asun­tos deri­va­dos del Turno de Ofi­cio, cuando el incum­pli­miento no cons­ti­tuya una infrac­ción grave o muy grave. h) Cua­les­quiera otros incum­pli­mien­tos de lo pre­visto en el Esta­tuto Gene­ral de la Abo­ga­cía Espa­ñola o en el Código deon­to­ló­gico, cuando no cons­ti­tuya una infrac­ción grave o muy grave.

Texto com­pleto

Código Deontológico de la Abogacía Española

(Apro­bado por el Pleno del Con­sejo Gene­ral de la Abo­ga­cía Espa­ñola el 6 de marzo de 2019)

Artículo 2. Inde­pen­den­cia
1. La inde­pen­den­cia de quie­nes ejer­cen la Abo­ga­cía es una exi­gen­cia del Estado de Dere­cho y del efec­tivo dere­cho de defensa del jus­ti­cia­ble y de la ciu­da­da­nía por lo que cons­ti­tuye un dere­cho y un deber.
2. Para poder ase­so­rar y defen­der ade­cua­da­mente los legí­ti­mos intere­ses del cliente, debe man­te­nerse el dere­cho y el deber de pre­ser­var la inde­pen­den­cia frente a toda clase de inje­ren­cias y frente a intere­ses pro­pios o aje­nos.
3. La inde­pen­den­cia debe ser pre­ser­vada frente a pre­sio­nes o exi­gen­cias que limi­ten o pue­dan limi­tarla, sea res­pecto de los pode­res públi­cos, eco­nó­mi­cos o fác­ti­cos, de los tri­bu­na­les, del cliente, sea res­pecto de los cola­bo­ra­do­res o inte­gran­tes del des­pa­cho.
4. La inde­pen­den­cia per­mite no acep­tar el encargo o recha­zar las ins­truc­cio­nes que, en con­tra de los pro­pios cri­te­rios pro­fe­sio­na­les, pre­ten­dan impo­ner el cliente, los miem­bros de des­pa­cho, los otros pro­fe­sio­na­les con los que se cola­bore o cual­quier otra
per­sona, enti­dad o corriente de opi­nión, debiendo cesar en el ase­so­ra­miento o defensa del asunto cuando se con­si­dere que no se puede actuar con total inde­pen­den­cia, evi­tando, en todo caso, la inde­fen­sión del cliente.

Artículo 3. Liber­ta­des de defensa y de expre­sión
1. Quie­nes ejer­cen la Abo­ga­cía tie­nen el dere­cho a la plena liber­tad de defensa y el deber de defen­der y ase­so­rar libre­mente a sus clien­tes.
2. La liber­tad de expre­sión está espe­cial­mente ampa­rada por la Cons­ti­tu­ción Espa­ñola, la vigente Ley Orgá­nica del Poder Judi­cial y demás legis­la­ción que pueda resul­tar apli­ca­ble.
3. La liber­tad de expre­sión no legi­tima el insulto ni la des­ca­li­fi­ca­ción gra­tuita.
4. No se podrán uti­li­zar medios ilí­ci­tos ni el fraude como forma de elu­dir las leyes.
5. Se debe ejer­cer las liber­ta­des de defensa y expre­sión con­forme al prin­ci­pio de buena fe y a las nor­mas de la correcta prác­tica pro­fe­sio­nal, pro­cu­rando siem­pre la con­cor­dia, haciendo uso de cuan­tos reme­dios o recur­sos esta­blece la nor­ma­tiva vigente, exi­giendo tanto de las Auto­ri­da­des, como de los Cole­gios, todas las medi­das de ayuda en su fun­ción que les sean legal­mente debi­das.

Artículo 4. Con­fianza e inte­gri­dad
1. La rela­ción con el cliente se fun­da­menta en la recí­proca con­fianza y exige una con­ducta pro­fe­sio­nal ínte­gra, hon­rada, leal, veraz y dili­gente.
2. Es obli­ga­ción no defrau­dar la con­fianza del cliente y no defen­der intere­ses en con­flicto, sean pro­pios o de ter­ce­ros.
3. En los casos de ejer­ci­cio colec­tivo o en cola­bo­ra­ción con otros pro­fe­sio­na­les, quie­nes ejer­cen la Abo­ga­cía ten­drán el dere­cho y la obli­ga­ción de recha­zar cual­quier inter­ven­ción que pueda resul­tar con­tra­ria a los prin­ci­pios de con­fianza e inte­gri­dad o que pueda impli­car con­flicto de intere­ses con otros clien­tes del des­pa­cho, cual­quiera que sea el que los atienda.

Artículo 5. Secreto pro­fe­sio­nal
1. La con­fianza y con­fi­den­cia­li­dad en las rela­cio­nes con el cliente, ínsita en el dere­cho de éste a su defensa e inti­mi­dad y a no decla­rar en su con­tra, impone a quien ejerce la Abo­ga­cía la obli­ga­ción de guar­dar secreto, y, a la vez, le con­fiere este dere­cho, res­pecto de los hechos o noti­cias que conozca por razón de cual­quiera de las moda­li­da­des de su actua­ción pro­fe­sio­nal, limi­tán­dose el uso de la infor­ma­ción reci­bida del cliente a las nece­si­da­des de su defensa y ase­so­ra­miento o con­sejo jurí­dico, sin que pueda ser obli­gado a decla­rar sobre ellos como reco­noce la Ley Orgá­nica del Poder Judi­cial.
2. El deber y dere­cho al secreto pro­fe­sio­nal com­prende todas las con­fi­den­cias y pro­pues­tas del cliente, las de la parte adversa, las de los com­pa­ñe­ros, así como todos los hechos y docu­men­tos de que haya tenido noti­cia o haya remi­tido o reci­bido por razón de cual­quiera de las moda­li­da­des de su actua­ción pro­fe­sio­nal.
3. Cual­quier tipo de comu­ni­ca­ción entre pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía, reci­bida o remi­tida, está ampa­rada por el secreto pro­fe­sio­nal, no pudiendo ser faci­li­tada al cliente ni apor­tada a los Tri­bu­na­les ni uti­li­zada en cual­quier otro ámbito, salvo auto­ri­za­ción expresa del remi­tente y del des­ti­na­ta­rio, o, en su defecto, de la Junta de Gobierno, que podrá auto­ri­zarlo dis­cre­cio­nal­mente, por causa grave y pre­via reso­lu­ción moti­vada con audien­cia de los intere­sa­dos. En caso de sus­ti­tu­ción, esta prohi­bi­ción le estará impuesta al sus­ti­tuto res­pecto de la corres­pon­den­cia que el sus­ti­tuido haya man­te­nido con otros pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía, requi­rién­dose la auto­ri­za­ción de todos los que hayan inter­ve­nido. Se excep­túan de esta prohi­bi­ción las comu­ni­ca­cio­nes en las que el remi­tente deje expresa cons­tan­cia de que no están suje­tas al secreto pro­fe­sio­nal.
4. Las con­ver­sa­cio­nes man­te­ni­das con los clien­tes o con los con­tra­rios, de pre­sen­cia o por cual­quier medio tele­fó­nico o tele­má­tico, en que inter­ven­gan pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía no podrán ser gra­ba­das sin pre­via adver­ten­cia y con­for­mi­dad de todos los inter­vi­nien­tes y siem­pre que­da­rán ampa­ra­das por el secreto pro­fe­sio­nal.
5. El secreto pro­fe­sio­nal ampara las comu­ni­ca­cio­nes y nego­cia­cio­nes ora­les y escri­tas de todo tipo, con inde­pen­den­cia del medio o soporte uti­li­zado.
6. El deber de secreto pro­fe­sio­nal en rela­ción con los asun­tos pro­fe­sio­na­les enco­men­da­dos, o en los que inter­venga cual­quiera de los miem­bros de un des­pa­cho colec­tivo, se extiende y vin­cula a todos y cada uno de ellos.
7. En todo caso, quien ejerce la Abo­ga­cía deberá hacer res­pe­tar el secreto pro­fe­sio­nal a cual­quier otra per­sona que cola­bore con él en su acti­vi­dad.
8. La obli­ga­ción de guar­dar el secreto pro­fe­sio­nal per­ma­nece incluso des­pués de haber cesado en la pres­ta­ción de los ser­vi­cios al cliente o aban­do­nado el des­pa­cho donde se estaba incor­po­rado, sin que esté limi­tada en el tiempo.
9. Sola­mente podrá hacerse uso de hechos o noti­cias sobre los cua­les se deba guar­dar el secreto pro­fe­sio­nal cuando se uti­lice en el marco de una infor­ma­ción pre­via, de un expe­diente dis­ci­pli­na­rio o para la pro­pia defensa en un pro­ce­di­miento de recla­ma­ción por res­pon­sa­bi­li­dad penal, civil o deon­to­ló­gica. Todo ello sin per­jui­cio de lo dis­puesto en rela­ción con la apor­ta­ción de la corres­pon­den­cia habida con otros pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía en el número 3 de este artículo.
10. El con­sen­ti­miento del cliente no excusa de la pre­ser­va­ción del secreto pro­fe­sio­nal.
11. No se acep­tará el encargo cuando se haya man­te­nido con la parte adversa una entre­vista para eva­cuar una con­sulta refe­rida al mismo asunto y ésta afecte a su deber de secreto pro­fe­sio­nal.

Artículo 12. Rela­cio­nes con los clien­tes
A. Nor­mas gene­ra­les
1. La rela­ción con el cliente debe fun­darse en la recí­proca con­fianza. Siem­pre que sea posi­ble deberá inten­tarse la con­ci­lia­ción de los intere­ses en con­flicto.
2. Sólo será posi­ble encar­garse de un asunto por man­dato del cliente o de un ter­cero debi­da­mente facul­tado, encargo de un com­pa­ñero o com­pa­ñera que repre­sente al cliente, o por desig­na­ción cole­gial.
3. Debe com­pro­barse la iden­ti­dad y facul­ta­des de quien efec­túe el encargo.
4. La liber­tad de defensa com­prende la de acep­tar o recha­zar el asunto en que se soli­cita la inter­ven­ción, sin nece­si­dad de jus­ti­fi­car su deci­sión. Será obli­ga­to­rio, pues, abs­te­nerse de seguir las indi­ca­cio­nes del cliente si al hacerlo pudiera com­pro­me­ter la obser­van­cia de los prin­ci­pios que rigen la pro­fe­sión.
5. Asi­mismo, com­prende la abs­ten­ción o cesa­ción en la inter­ven­ción cuando sur­jan dis­cre­pan­cias con el cliente, que deviene obli­ga­to­ria cuando con­cu­rran cir­cuns­tan­cias que pue­dan afec­tar a su liber­tad e inde­pen­den­cia en la defensa o ase­so­ra­miento, a la pre­ser­va­ción del secreto pro­fe­sio­nal o com­por­ten obje­ti­va­mente un con­flicto de intere­ses.
6. El que renun­cie a la direc­ción letrada de un asunto habrá de noti­fi­carlo por escrito y de forma feha­ciente al cliente y rea­li­zar los actos nece­sa­rios para evi­tar su inde­fen­sión y la pér­dida de dere­chos. Cuando se trate de defensa asu­mida por desig­na­ción cole­gial, la acep­ta­ción, rechazo, abs­ten­ción o cese habrá de aco­mo­darse a las nor­mas sobre asis­ten­cia jurí­dica gra­tuita. La renun­cia deberá hacerse siem­pre con tiempo sufi­ciente para que la sus­ti­tu­ción en la defensa o en el ase­so­ra­miento se ejerza con total garan­tía.
7. Sólo podrá emi­tir infor­mes que con­ten­gan valo­ra­cio­nes pro­fe­sio­na­les sobre el resul­tado pro­ba­ble de un asunto, liti­gio o una esti­ma­ción de sus posi­bles con­se­cuen­cias eco­nó­mi­cas, si la peti­ción pro­cede del cliente afec­tado quien, en todo caso, deberá ser el exclu­sivo des­ti­na­ta­rio. Cuando se le soli­cite una opi­nión sobre un asunto que esté siendo diri­gido o lle­vado por un com­pa­ñero, antes de emi­tirla, ver­bal­mente o por escrito, podrá diri­girse a éste para reca­bar la infor­ma­ción que nece­site.
8. Se ase­so­rará y defen­derá al cliente con el máximo celo y dili­gen­cia asu­mién­dose per­so­nal­mente la res­pon­sa­bi­li­dad del tra­bajo encar­gado sin per­jui­cio de las cola­bo­ra­cio­nes que se reca­ben. Siem­pre se deberá inten­tar encon­trar la solu­ción más ade­cuada al encargo reci­bido, debién­dose ase­so­rar al cliente en el momento opor­tuno res­pecto a la posi­bi­li­dad y con­se­cuen­cias de lle­gar a un acuerdo o de acu­dir a ins­tru­men­tos de reso­lu­ción alter­na­tiva de con­flic­tos.
9. Mien­tras se esté actuando para el cliente se está obli­gado a lle­var el encargo a tér­mino en su inte­gri­dad, gozando de plena
liber­tad para uti­li­zar los medios legí­ti­mos y los que hayan sido obte­ni­dos líci­ta­mente.
10. La docu­men­ta­ción reci­bida del cliente estará siem­pre a su dis­po­si­ción, no pudiendo en nin­gún caso rete­nerse, ni siquiera bajo pre­texto de tener pen­diente cobro de hono­ra­rios. No obs­tante, se podrá con­ser­var copia de la docu­men­ta­ción. En nin­gún caso se entre­gará al cliente copia de las comu­ni­ca­cio­nes habi­das entre los pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía que hayan inter­ve­nido en el asunto.
11. Se comu­ni­cará la renun­cia a la defensa o al ase­so­ra­miento de forma feha­ciente, cual­quiera que sea su causa, por escrito diri­gido al cliente y, en su caso, al órgano judi­cial o admi­nis­tra­tivo ante el que hubiere com­pa­re­cido.
B. Debe­res de iden­ti­fi­ca­ción e infor­ma­ción
1. Es obli­ga­ción de quien ejerce la Abo­ga­cía iden­ti­fi­carse ante la per­sona a la que ase­sora o defiende, incluso cuando lo hiciere por cuenta de un ter­cero a fin de asu­mir las res­pon­sa­bi­li­da­des civi­les y deon­to­ló­gi­cas que corres­pon­dan. Tam­bién lo es en el supuesto de con­sulta tele­fó­nica o por red infor­má­tica con un des­pa­cho o ase­so­ría cuyos inte­gran­tes sean des­co­no­ci­dos para el comu­ni­cante. Esta iden­ti­fi­ca­ción, así como la del Cole­gio al que se per­te­nece, es su pri­mera e inme­diata obli­ga­ción antes de la pres­ta­ción de ser­vi­cios y, en todo caso, antes de soli­ci­tar el abono de con­tra­pres­ta­ción alguna.
2. Se debe poner en cono­ci­miento del cliente:

a. La opi­nión sobre las posi­bi­li­da­des de sus pre­ten­sio­nes y resul­tado pre­vi­si­ble del asunto, pro­cu­rando disua­dirle de pro­mo­ver con­flic­tos o ejer­ci­tar accio­nes judi­cia­les sin fun­da­mento.
b. El importe apro­xi­mado de los hono­ra­rios, o de las bases para su deter­mi­na­ción, y las con­se­cuen­cias que puede tener una con­dena en cos­tas.
c. El dere­cho de soli­ci­tar la asis­ten­cia jurí­dica gra­tuita que le asis­ti­ría por sus cir­cuns­tan­cias per­so­na­les y eco­nó­mi­cas.
d. Todas aque­llas situa­cio­nes que apa­ren­te­mente pudie­ran afec­tar a la inde­pen­den­cia, como rela­cio­nes fami­lia­res, de amis­tad, eco­nó­mi­cas o finan­cie­ras con la parte con­tra­ria o sus repre­sen­tan­tes.
e. La evo­lu­ción del asunto enco­men­dado, reso­lu­cio­nes trans­cen­den­tes, los recur­sos, las posi­bi­li­da­des de tran­sac­ción, la con­ve­nien­cia de acuer­dos extra­ju­di­cia­les o las solu­cio­nes alter­na­ti­vas al liti­gio. En los pro­ce­di­mien­tos admi­nis­tra­ti­vos y judi­cia­les, si el cliente lo requiere y a costa de éste, le pro­por­cio­nará copia de los dife­ren­tes escri­tos que se pre­sen­ten o reci­ban, de las reso­lu­cio­nes judi­cia­les o admi­nis­tra­ti­vas que le sean noti­fi­ca­das y de las gra­ba­cio­nes de actua­cio­nes que se hayan pro­du­cido.
f. La cuenta deta­llada de los fon­dos que haya reci­bido del cliente o para el cliente, que deben estar siem­pre a su dis­po­si­ción. Este deber es exi­gi­ble, aun­que el cliente no lo soli­cite, cuando haya cesado la rela­ción con éste o haya ter­mi­nado el asunto enco­men­dado.
g. El nom­bre, número de iden­ti­fi­ca­ción fis­cal, Cole­gio al que está incor­po­rado como ejer­ciente y número de cole­gia­ción, domi­ci­lio pro­fe­sio­nal y medio para ponerse en comu­ni­ca­ción con su des­pa­cho, inclu­yendo la vía elec­tró­nica. Cuando se trate de una socie­dad pro­fe­sio­nal o des­pa­cho colec­tivo, deberá infor­marse al cliente de su deno­mi­na­ción, forma, datos de regis­tro, régi­men jurí­dico, código de iden­ti­fi­ca­ción fis­cal, direc­ción o sede desde la que se pres­ten los ser­vi­cios y medios de con­tacto, inclu­yendo la vía elec­tró­nica. Cuando los ser­vi­cios reque­ri­dos exi­jan la par­ti­ci­pa­ción de dife­ren­tes inte­gran­tes de una misma socie­dad u orga­ni­za­ción, el cliente ten­drá dere­cho a cono­cer la iden­ti­dad de todos ellos, el Cole­gio al que per­te­ne­cen y quien asu­mirá la direc­ción del asunto.
h. La invia­bi­li­dad fun­dada de la inter­po­si­ción de recur­sos u otras accio­nes con­tra las reso­lu­cio­nes que pon­gan fin, total o par­cial­mente, al pro­ceso con plazo pre­clu­sivo. Esta comu­ni­ca­ción deberá hacerse con tiempo sufi­ciente para que el cliente pueda reca­bar otra opi­nión o encar­gar su defensa a un ter­cero.
i. Las con­di­cio­nes de ase­gu­ra­miento de su res­pon­sa­bi­li­dad civil cuando el cliente así lo soli­cite.
j. Todo dato o hecho que le conste en rela­ción con el asunto, siem­pre que no con­lleve vul­ne­ra­ción del secreto pro­fe­sio­nal y que pueda inci­dir en el resul­tado.
k. La posi­bi­li­dad de soli­ci­tar la cola­bo­ra­ción de otro pro­fe­sio­nal cuando las carac­te­rís­ti­cas o com­ple­ji­dad del asunto lo requiera.

Toda esta infor­ma­ción deberá pro­por­cio­narse por escrito cuando el cliente lo soli­cite de igual manera, res­pe­tando escru­pu­lo­sa­mente la con­fi­den­cia­li­dad de las comu­ni­ca­cio­nes, con­ver­sa­cio­nes y nego­cia­cio­nes con otros pro­fe­sio­na­les de la Abo­ga­cía,
salvo auto­ri­za­ción de éstos.
3. En todo caso, se pon­drá espe­cial aten­ción en efec­tuar las corres­pon­dien­tes adver­ten­cias al cliente en lo que res­pecta a la nor­ma­tiva sobre pre­ven­ción del blan­queo de capi­ta­les y la obli­ga­ción de sumi­nis­trar datos, en deter­mi­na­das cir­cuns­tan­cias, a las auto­ri­da­des tri­bu­ta­rias o las deri­va­das de la legis­la­ción sobre pro­tec­ción de datos de carác­ter per­so­nal.
4. No debe acep­tarse nin­gún asunto si uno no se con­si­dera apto para diri­girlo, a menos que se cola­bore con quien lo sea, infor­mando al cliente, con carác­ter pre­vio, de la iden­ti­dad del cola­bo­ra­dor.
5. Debe­rán comu­ni­carse al cliente las cir­cuns­tan­cias per­so­na­les y pro­fe­sio­na­les, tales como cam­bios de domi­ci­lio, número de telé­fono, direc­ción de correo elec­tró­nico y supues­tos de enfer­me­dad o inva­li­dez por largo tiempo que le impi­dan aten­der el cui­dado de sus asun­tos.
C. Con­flicto de intere­ses
1. No podrá desem­pe­ñarse la defensa o el ase­so­ra­miento de intere­ses con­tra­pues­tos con otros que se esté o haya estado defen­diendo o ase­so­rando, o con los pro­pios, ya que la leal­tad hacia el cliente es prin­ci­pio fun­da­men­tal de la Abo­ga­cía.
2. En el caso de con­flicto de intere­ses entre dos o más clien­tes, deberá renun­ciar a la defensa o al ase­so­ra­miento de ambos, para la obli­gada pre­ser­va­ción de la inde­pen­den­cia, salvo auto­ri­za­ción expresa de todos para inter­ve­nir a favor de cual­quiera de ellos.
3. Sin embargo, se podrá inter­ve­nir en inte­rés de todas las par­tes en fun­cio­nes de inter­me­dia­ción o en la pre­pa­ra­ción y redac­ción de docu­men­tos de natu­ra­leza con­trac­tual, debiendo man­te­nerse en tal supuesto una estricta y exqui­sita obje­ti­vi­dad.
4. No podrán desem­pe­ñarse encar­gos pro­fe­sio­na­les que impli­quen actua­cio­nes con­tra un ante­rior cliente, salvo que se ase­gure que no hay riesgo de que el secreto de las infor­ma­cio­nes obte­ni­das en la rela­ción con el anti­guo cliente pueda ser vul­ne­rado; o cuando de nin­guna manera pudiera resul­tar bene­fi­ciado el nuevo cliente con aque­llas infor­ma­cio­nes. A estos efec­tos se tomará en cuenta el tipo de los asun­tos en que se haya inter­ve­nido y el tiempo trans­cu­rrido. En nin­gún caso se podrá asu­mir encar­gos pro­fe­sio­na­les que impli­quen actua­cio­nes con­tra un ante­rior cliente en el seno del pro­ce­di­miento en que se haya inter­ve­nido en defensa de éste, ni en los inci­den­tes, recur­sos, eje­cu­cio­nes o nue­vos pro­ce­di­mien­tos que de él trai­gan su causa.
5. Quien haya inter­ve­nido en defensa de ambas par­tes en un pro­ce­di­miento de fami­lia de mutuo acuerdo no podrá luego actuar en defensa de los intere­ses de una frente a otra en nin­gún trá­mite, eje­cu­ción, recurso o modi­fi­ca­ción deri­va­dos del pro­ceso ini­cial. Esta prohi­bi­ción no regirá cuando se haya actuado sólo por una de las par­tes con el con­sen­ti­miento de la otra.
6. Queda prohi­bido ocu­parse de los asun­tos de un con­junto de clien­tes afec­ta­dos por una misma situa­ción cuando surja un con­flicto de intere­ses entre ellos, exista riesgo de vul­ne­ra­ción del secreto pro­fe­sio­nal o pueda estar afec­tada la liber­tad o inde­pen­den­cia.
7. No deberá acep­tarse el encargo de un asunto cuando la parte con­tra­ria o un colega de pro­fe­sión le haya rea­li­zado una con­sulta refe­rida al mismo asunto en vir­tud de la cual haya adqui­rido una infor­ma­ción que pueda poner en peli­gro su inde­pen­den­cia, la obli­ga­ción de pre­ser­var el secreto pro­fe­sio­nal o su deber de leal­tad.
8. Cuando se forme parte o se cola­bore en un mismo des­pa­cho, cual­quiera que sea la forma aso­cia­tiva uti­li­zada, las nor­mas expues­tas serán apli­ca­bles al grupo en su con­junto, y a todos y cada uno de sus miem­bros.

Artículo 13. Rela­cio­nes con la parte con­tra­ria
1. La rela­ción y comu­ni­ca­ción con la parte con­tra­ria, cuando conste que dis­pone de defensa o ase­so­ra­miento letra­dos, se deberá man­te­ner siem­pre con el com­pa­ñero o com­pa­ñera, a menos que se auto­rice expre­sa­mente por éstos el con­tacto directo.
2. Cuando la parte con­tra­ria no dis­ponga de asis­ten­cia letrada se le deberá reco­men­dar que la designe. En todo caso, deberá evi­tarse toda clase de abuso y obser­var la nece­sa­ria pru­den­cia en su trato con ella.
3. Deberá man­te­nerse con la parte con­tra­ria un trato con­si­de­rado y cor­tés, con abs­ten­ción u omi­sión de cual­quier acto que deter­mine para esta una lesión injusta.

Artículo 14. Hono­ra­rios
1. Quien ejerce la Abo­ga­cía tiene dere­cho a per­ci­bir retri­bu­ción u hono­ra­rios por su actua­ción pro­fe­sio­nal, así como el rein­te­gro de los gas­tos que se le hayan cau­sado. La cuan­tía y régi­men de los hono­ra­rios será libre­mente con­ve­nida con el cliente con res­peto a las nor­mas deon­to­ló­gi­cas y sobre com­pe­ten­cia des­leal, debiendo infor­mar pre­via­mente su importe apro­xi­mado o las bases para su deter­mi­na­ción. Igual­mente, las con­se­cuen­cias de una even­tual con­dena en cos­tas. Será obli­ga­to­rio emi­tir la opor­tuna liqui­da­ción de los hono­ra­rios y de la pro­vi­sión de fon­dos reci­bida y poner a dis­po­si­ción del cliente el importe sobrante, en su caso, en el plazo más breve posi­ble desde que se cese en la defensa del asunto.
2. Los hono­ra­rios han de ser per­ci­bi­dos por quien lleve la direc­ción del asunto, siendo con­tra­ria a la dig­ni­dad de la pro­fe­sión la par­ti­ción y dis­tri­bu­ción de hono­ra­rios excepto cuando:

a. Res­ponda a una cola­bo­ra­ción jurí­dica efec­tiva
b. Exista ejer­ci­cio colec­tivo de la pro­fe­sión en cual­quiera de las for­mas aso­cia­ti­vas auto­ri­za­das.
c. Se trate de com­pen­sa­cio­nes al que se haya sepa­rado del des­pa­cho colec­tivo.
d. Cons­ti­tu­yan can­ti­da­des a abo­nar a un com­pa­ñero o com­pa­ñera jubi­la­dos o a los here­de­ros de un falle­cido.

3. Igual­mente está prohi­bido com­par­tir hono­ra­rios con per­sona ajena a la pro­fe­sión, salvo los supues­tos de con­ve­nios de cola­bo­ra­ción con otros pro­fe­sio­na­les, sus­cri­tos con suje­ción al Esta­tuto Gene­ral de la Abo­ga­cía Espa­ñola, o salvo que se informe al cliente de esta cir­cuns­tan­cia.
4. Para hacer efec­tiva su remu­ne­ra­ción, se deberá entre­gar una minuta al cliente, la cual deberá cum­plir los requi­si­tos lega­les y fis­ca­les corres­pon­dien­tes, donde expre­sará deta­lla­da­mente tanto los con­cep­tos deter­mi­na­dos de los hono­ra­rios y la rela­ción de los gas­tos efec­tua­dos y pen­dien­tes de reem­bolso, como los que pre­vea.
5. De igual modo se podrá emi­tir una minuta pro­forma, mediante la cual se noti­fi­cará de ante­mano al cliente sus hono­ra­rios, sin exi­gir su pago.
6. La impo­si­ción de las cos­tas pro­ce­sa­les no con­culca el dere­cho del pro­fe­sio­nal de la Abo­ga­cía del liti­gante favo­re­cido por la con­dena a recla­mar los hono­ra­rios en la cuan­tía y forma pac­ta­das.

Artículo 16. Pro­vi­sio­nes de fon­dos y pagos a cuenta
1. Se podrá soli­ci­tar la entrega de can­ti­da­des en pagos a cuenta de hono­ra­rios tanto con carác­ter pre­vio como durante la tra­mi­ta­ción del asunto.
2. Su cuan­tía deberá ser acorde con las pre­vi­sio­nes del asunto y el importe esti­mado de los hono­ra­rios defi­ni­ti­vos.
3. La falta de pago auto­ri­zará a renun­ciar o con­di­cio­nar la acep­ta­ción del encargo pro­fe­sio­nal o a cesar en él.
4. Igual­mente, se podrá soli­ci­tar en con­cepto de pro­vi­sión de fon­dos una can­ti­dad para aten­der los gas­tos supli­dos que importe el encargo, debiendo cum­plirse con lo pre­visto en el artículo 20 de este Código.
5. De todas las pro­vi­sio­nes de fon­dos reci­bi­das se exten­derá el corres­pon­diente jus­ti­fi­cante. Los pagos a cuenta de hono­ra­rios debe­rán cum­plir las obli­ga­cio­nes de emi­sión de fac­tura y las demás que imponga la legis­la­ción fis­cal.

Artículo 20. Cober­tura de la res­pon­sa­bi­li­dad civil
1. Se deberá tener cubierta la res­pon­sa­bi­li­dad pro­fe­sio­nal en cuan­tía ade­cuada a los ries­gos que impli­que.
2. La con­tra­ta­ción de un seguro es obli­ga­to­ria para las socie­da­des pro­fe­sio­na­les y en los demás casos que pre­vea la ley.

Texto com­pleto

Código Deontológico de los Abogados en la Unión Europea

(Apro­bado por la Sesión Ple­na­ria del Con­sejo de los Cole­gios de Abo­ga­dos de la Comu­ni­dad Euro­pea de 28 de octu­bre de 1988)

1.1. La fun­ción de Abo­gado en la socie­dad
En una socie­dad basada en el res­peto al Estado de Dere­cho, el Abo­gado cum­ple un papel esen­cial. Sus obli­ga­cio­nes no se limi­tan al fiel cum­pli­miento de lo enco­men­dado, en el ámbito de la legis­la­ción apli­ca­ble. Un Abo­gado debe ser­vir los intere­ses de la Jus­ti­cia, así como los dere­chos y liber­ta­des que se le han con­fiado para defen­der­los y hacer­los valer. Su deber no con­siste úni­ca­mente en abo­gar por la causa de su cliente sino, igual­mente, en ser su ase­sor.

2.1. Inde­pen­den­cia
2.1.1. La diver­si­dad de obli­ga­cio­nes a las que un Abo­gado se encuen­tra some­tido le impo­nen un requi­sito de inde­pen­den­cia abso­luta, exenta de cual­quier pre­sión, prin­ci­pal­mente de aque­lla que surja de sus pro­pios intere­ses o de influen­cias exte­rio­res. Esta inde­pen­den­cia es tan nece­sa­ria para man­te­ner la con­fianza en la Jus­ti­cia como la impar­cia­li­dad del Juez. Por lo tanto, un Abo­gado debe tomar las pre­cau­cio­nes nece­sa­rias para no com­pro­me­ter los valo­res de la pro­fe­sión con motivo de com­pla­cer a su cliente, al Juez o a ter­ce­ros.
2.1.2. Esta inde­pen­den­cia es tan nece­sa­ria en la acti­vi­dad judi­cial como en la extra­ju­di­cial. El ase­so­ra­miento dado por un Abo­gado a su cliente no ten­drá nin­gún valor si ha sido úni­ca­mente por auto­com­pla­cen­cia, por inte­rés per­so­nal o bajo efecto de una pre­sión exte­rior.

2.2. Con­fianza e inte­gri­dad per­so­nal
Las rela­cio­nes de con­fianza depen­den direc­ta­mente de la inexis­ten­cia de cual­quier duda sobre la inte­gri­dad, la hones­ti­dad o la hon­ra­dez del Abo­gado. Para el Abo­gado, estas vir­tu­des tra­di­cio­na­les cons­ti­tu­yen obli­ga­cio­nes pro­fe­sio­na­les.

2.3. Secreto pro­fe­sio­nal
2.3.1. Forma parte de la esen­cia misma de la fun­ción del Abo­gado que sea depo­si­ta­rio de infor­ma­ción que el cliente no trans­mi­ti­ría a otras per­so­nas y de otras infor­ma­cio­nes basa­das en la con­fianza. Sin la garan­tía de con­fi­den­cia­li­dad no puede exis­tir con­fianza. Por lo tanto, el secreto pro­fe­sio­nal es un dere­cho y una obli­ga­ción fun­da­men­tal y pri­mor­dial del Abo­gado. La obli­ga­ción del Abo­gado rela­tiva al secreto pro­fe­sio­nal sirve al inte­rés de la Admi­nis­tra­ción de Jus­ti­cia, y al del cliente. Esta obli­ga­ción, por lo tanto, es titu­lar de una pro­tec­ción espe­cial del Estado.
2.3.2. Un Abo­gado debe res­pe­tar el secreto de toda infor­ma­ción de la que tuviera cono­ci­miento en el marco de su acti­vi­dad pro­fe­sio­nal.
2.3.3. La obli­ga­ción de secreto pro­fe­sio­nal no está limi­tada en el tiempo.
2.3.4. Un Abo­gado debe reque­rir la obser­van­cia de la misma obli­ga­ción de secreto pro­fe­sio­nal a sus socios, emplea­dos y a cual­quier per­sona que cola­bore con él en su acti­vi­dad pro­fe­sio­nal.

2.7. Intere­ses del cliente
Sin per­jui­cio del debido cum­pli­miento de toda la nor­ma­tiva legal y deon­to­ló­gica, un Abo­gado tiene la obli­ga­ción de actuar en defensa de los intere­ses de su cliente, y debe ante­po­ner­los a los suyos o a los de otros com­pa­ñe­ros de pro­fe­sión.

3.1. Comienzo y fin de las rela­cio­nes con los clien­tes
3.1.1. Un Abo­gado no actuará sin man­dato pre­vio de su cliente a menos que tenga encargo para ello. De cual­quier forma podrá actuar en un caso en el que haya sido man­da­tado por otro Abo­gado que actúe para el cliente o cuando el caso le haya sido asig­nado por una auto­ri­dad com­pe­tente. Un Abo­gado debe esfor­zarse, de manera razo­na­ble, en cono­cer la iden­ti­dad, la com­pe­ten­cia y los pode­res de la per­sona o auto­ri­dad de la cual recibe el encargo cuando las cir­cuns­tan­cias espe­cí­fi­cas reve­len que la iden­ti­dad, com­pe­ten­cia y pode­res resul­tan incier­tos.
3.1.2. Un Abo­gado ase­so­rará y repre­sen­tará a su cliente pun­tual, con­cien­zuda y dili­gen­te­mente. Deberá asu­mir la res­pon­sa­bi­li­dad per­so­nal por el cum­pli­miento del man­dato que le ha sido enco­men­dado. Deberá man­te­ner a su cliente infor­mado sobre la evo­lu­ción del asunto le que ha sido con­fiado.
3.1.3. Un Abo­gado no podrá acep­tar encar­garse de un asunto sin la coope­ra­ción de un Abo­gado com­pe­tente al res­pecto. Un Abo­gado no deberá acep­tar un man­dato a menos que pueda resol­verlo pun­tual­mente, teniendo en cuenta el resto de asun­tos a tra­tar.
3.1.4. Un Abo­gado no podrá ejer­cer su dere­cho a aban­do­nar un asunto, dejando al cliente en tales cir­cuns­tan­cias que le impi­dan encon­trar otra asis­ten­cia jurí­dica a tiempo para pre­ve­nir que padezca cual­quier per­jui­cio.

3.2. Con­flicto de intere­ses
3.2.1. Un Abo­gado no deberá ase­so­rar, ni repre­sen­tar, ni actuar en nom­bre de dos o más clien­tes en un mismo asunto si existe un con­flicto o riesgo sig­ni­fi­ca­tivo de con­flicto entre los intere­ses de los clien­tes.
3.2.2. Un Abo­gado deberá dejar de actuar para ambos clien­tes, cuando surja un con­flicto de intere­ses entre estos clien­tes, cuando exista riesgo de vio­la­ción del secreto pro­fe­sio­nal, o en caso de que su inde­pen­den­cia pueda ser dañada.
3.2.3. Un Abo­gado deberá abs­te­nerse de actuar para un nuevo cliente si existe un riesgo de vio­la­ción del secreto pro­fe­sio­nal res­pecto a infor­ma­cio­nes dadas por un anti­guo cliente o si el cono­ci­miento que el Abo­gado posee por otros asun­tos del anti­guo cliente pudiera favo­re­cer inde­bi­da­mente al nuevo cliente.
3.2.4. Cuando varios Abo­ga­dos ejer­zan colec­ti­va­mente la pro­fe­sión, los párra­fos 3.2.1 a 3.2.3 se apli­ca­rán al colec­tivo y a todos sus miem­bros.

3.4. Regu­la­ción de hono­ra­rios
3.4.1. Un Abo­gado deberá infor­mar a su cliente de lo que soli­cita en con­cepto de hono­ra­rios y el importe de los mis­mos deberá ser justo y razo­na­ble.
3.4.2. Los hono­ra­rios esta­ble­ci­dos por un Abo­gado debe­rán some­terse a la regu­la­ción que deter­mi­nen las nor­mas apli­ca­bles a los miem­bros del Cole­gio de Abo­ga­dos al que per­te­nece, a excep­ción de aque­llos casos en que exista legal­mente un acuerdo en sen­tido con­tra­rio entre el Abo­gado y su cliente.

3.5. Pro­vi­sión de fon­dos
Cuando un Abo­gado soli­cite la entrega de una pro­vi­sión de fon­dos a cuenta de los gas­tos y/o los hono­ra­rios, ésta no podrá exce­der de una esti­ma­ción razo­na­ble de los hono­ra­rios y los des­em­bol­sos pro­ba­bles que con­lle­vará el asunto. En caso de que no se pro­duzca el pago de la pro­vi­sión soli­ci­tada, el Abo­gado podrá renun­ciar a ocu­parse de un asunto o bien reti­rarse del mismo sin per­jui­cio del res­peto debido a las dis­po­si­cio­nes del artículo 3.1.4.

3.8. Fon­dos de clien­tes
3.8.1. Cuando un Abo­gado tome pose­sión de fon­dos por cuenta de sus clien­tes o de ter­ce­ras par­tes (de ahora en ade­lante deno­mi­na­dos Fon­dos de Clien­tes) estará obli­gado a obser­var las nor­mas siguien­tes:
3.8.1.1. Los Fon­dos de Clien­tes debe­rán ser ingre­sa­dos en una cuenta abierta en un Banco o en una Ins­ti­tu­ción simi­lar apro­bada por la Auto­ri­dad Publica. Todos los Fon­dos de Clien­tes reci­bi­dos por un Abo­gado debe­rán ser ingre­sa­dos en dicha cuenta salvo en caso de auto­ri­za­ción expresa o implí­cita del cliente para que los fon­dos se dedi­quen a un fin dis­tinto.
3.8.1.2. Toda cuenta abierta a nom­bre del Abo­gado que con­tenga Fon­dos de Clien­tes deberá hacer men­ción en el título o en la desig­na­ción que los fon­dos se hallan depo­si­ta­dos en ella por cuenta de los clien­tes del Abo­gado.
3.8.1.3. Las cuen­tas del Abo­gado en que estén depo­si­ta­dos los Fon­dos de Clien­tes debe­rán tener cons­tan­te­mente una cober­tura de, al menos, el total de los Fon­dos de Clien­tes en poder del Abo­gado.
3 8.1.4. Los Fon­dos de los Clien­tes debe­rán estar dis­po­ni­bles a la vista a peti­ción del cliente o en las con­di­cio­nes que el cliente auto­rice.

3.9. Seguro de res­pon­sa­bi­li­dad pro­fe­sio­nal
3.9.1. Los Abo­ga­dos debe­rán tener en todo momento un seguro de res­pon­sa­bi­li­dad pro­fe­sio­nal con­tra recla­ma­cio­nes por una cuan­tía razo­na­ble, habida cuenta de la natu­ra­leza y del alcance de los ries­gos en los que puede incu­rrir en el desem­peño de su acti­vi­dad.

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